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Caminante, son tus huellas

el camino y nada más;

Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Antonio Machado.

Iniciamos con entusiasmo el recorrido de la propia fe, no sin rumbo, pues vamos siguiendo los pasos de quienes nos han precedido. Ya que también ellos como ahora nosotros hemos escuchado la voz de Aquel continúa diciendo: ¡Sígueme!, Juan 21, 19.
"Sígueme", Juan 21, 19.
Este llamado queremos hacerlo eficaz, y queremos ir de la mano de la Virgen Madre, pues Ella continúa desempeñando con entusiasmo su responsabilidad maternal, vocación también recibida del propio Hijo de Dios en el Ara de la Cruz: "Mujer, ahí tienes a tu hijo", Juan 19, 26.
Y como hijos obedientes no dejaremos sin responder al llamado de nuestra santísima Madre que nos dice: "Hagan lo que él les diga", 2, 5.
El camino de la Cruz, el camino hacia el Calvario, junto a la Madre Dolorosa, dejándonos acompañar incluso por el discípulo amado, san Juan. De ellos, es decir, de la Cruz, de la Dolorosa y de san Juan aprenderemos a vivir en fidelidad, abiertos a la esperanza y sobre todo al amor.
Este medio por consiguiente, será el instrumento por el cuál, dejaremos nuestras huellas para que otros emprendan su andar.

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